De colegiala paquistaní y activista de derechos humanos a integrante del club de los millonarios
Malala Yousafzai es figura conocida y recurrente en los medios. Al menos desde 2014, cuando, después de sobrevivir a un atentado de los talibanes, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz por su lucha contra la opresión de los niños y los jóvenes. Desde entonces, en menos de cuatro años, tanto la joven paquistaní como su familia se han convertido en millonarios gracias a las ventas de un libro sobre su vida y a continuas y remuneradas invitaciones a pronunciar discursos en todo el orbe, informa Reuters.
La historia de la valiente joven comenzó en 2009, cuando, a la edad de 11 años, comenzó a publicar un blog digital sobre su vida y estudios en una escuela de Swat, donde criticaba el movimiento radical talibán y denunciaba las atrocidades cometidas por sus integrantes. Esa rebeldía le valió un violento ataque el 9 de octubre del 2012, cuando Malala recibió un balazo en la cabeza al regresar del colegio.
La niña no solo sobrevivió: el hecho la hizo un símbolo de la lucha contra el fanatismo religioso y por la defensa de los derechos de las mujeres. En 2014, con 17 años, se convirtió en la persona más joven en ganar el Nobel de la Paz.
Ahora, ya millonaria, la joven es objeto de una demanda constante en todo el mundo y cobra 152.000 dólares por pronunciar cada discurso, según el Instituto de Estudios de Política, con sede en EE.UU.
Su libro de memorias, “I Am Malala”, publicado en 2013, ha vendido 287.170 ejemplares en Gran Bretaña, por un monto total de aproximadamente tres millones de dólares, y más de 1,8 millones de copias en todo el mundo, según un portavoz de la consultora Nielsen Book Research.
Al tiempo que Yousafzai fundaba el Fondo Malala para apoyar proyectos de educación de niñas en países en desarrollo, su familia también estableció una compañía, Salarzai Ltd, creada en 2013 para proteger los derechos de su historia de vida.
Ahora esta empresa, con sede en Londres, es propiedad compartida de Malala; de su padre, Ziauddin Yousafzai; y su madre, Toor Pekai. Fue valorada en más de dos millones de dólares en agosto de 2015.
“Desde la publicación del libro de Malala, ella y su familia han donado más de un millón [de libras esterlinas] a organizaciones benéficas, principalmente para proyectos centrados en la educación en todo el mundo, incluido Pakistán”, dijo la familia de Yousafzai en un comunicado enviado por correo electrónico a la Thomson Reuters Foundation.
Ante una multitud congregada en la plaza Trafalgar de Londres, la semana pasada, frente a un monumento que rinde tributo a la asesinada legisladora británica Jo Cox, Malala manifestó su admiración: la diputada laborista, dijo, “nos mostró a todos que puedes ser pequeño y aún así ser gigante”.
Cox, una defensora de los intereses de los refugiados y de la permanencia británica en la UE, fue asesinada a tiros una semana antes de que Gran Bretaña votara por separarse de la Unión Europea.