La delincuencia organizada en México es producto de la corrupción de los políticos: Buscaglia
Para el doctor Edgardo Buscaglia, la delincuencia organizada, la cual ha cobrado la vida de más de 239 mil personas en los sexenios de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, no se combate con más soldados o policías en las calles ni con la detención de los grandes capos del narcotráfico, sino con la reestructuración del sistema político mexicano.
“No hay corrupción policial, judicial ni administrativa, sin corrupción política previa, emanan de ella. Tienes que comenzar a limpiar lo político desde arriba y barrer hasta abajo”, sentencia el investigador desde una sala del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
Tras impartir la cátedra “La integración económica vertical de la delincuencia organizada como consecuencia de la corrupción política y de la creciente captura de la sociedad”, el ex asesor del Banco Mundial y de las Naciones Unidas dialoga con ZETA.
Pregunta si su plática resultó entretenida, “eso busco, que se entretengan”, comenta con una sonrisa.
A pesar de venir del mundo de la academia -cuenta con master, doctorado y posdoctorado en los campos del derecho y la economía-, Buscaglia se divierte en sus conferencias, cuestiona a los académicos por cobrar en gobiernos a mexicanos a cambio de informes y asesorías; asimismo compara a diputados y jueces con señores feudales por las riquezas que acumulan durante sus cargos públicos, pero también contrasta datos duros sobre la inversión en el sistema judicial con los bajísimos resultados en la conclusión de casos penales.
Durante la entrevista, llama société caviar a la élite intelectual en el país y cadáveres políticos a mandatarios y candidatos. Insiste en que la única salida de las fosas clandestinas y cuerpos colgando de puentes que se multiplican en México, es inyectar sangre nueva a la política.
Buscaglia ha trabajado en reformas judiciales para prácticamente todo el mundo. Lo mismo en África que en Medio Oriente; en Latinoamérica y Europa. Aun así, parece que su más grande experticia es en México.
Parte de la década de los cincuenta, bajo el gobierno de Miguel Alemán, para explicar la transformación de la delincuencia organizada en el país. En aquel entonces y durante varios sexenios priistas, “la violencia era quirúrgica”, explica, todo bajo la protección oficial, pero también bajo el control del Gobierno Federal.
A finales de los ochenta, detalla, esa dinámica se modificó cuando se dotó de mayor autonomía a los estados, fue entonces cuando el narco comprendió que podía comprar y pelear por territorios.
“Redes de policías, como las hay en Baja California que actúan como delincuencia organizada, no existe si no tienes una corrupción política en red”, agrega.
“UN ESTADO AUSENTE, TOTALMENTE CORROMPIDO”
No es la primera vez que Buscaglia visita Tijuana. Ha venido antes a estudiar casos judiciales, pero nunca había visto tal violencia en esta frontera. En los primeros 55 días del año se han cometido 315 homicidios dolosos, lo que representa un total de casi seis ejecuciones al día.
“Los días donde los territorios estaban controlados por grupos criminales estables, con conexiones políticas estableces, se fueron ya; entonces, ahora tienes un Estado ausente o totalmente corrompido por diferentes grupos”, inicia la conversación.
Precisamente, desde la irrupción del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Tijuana, comenzaron a aumentar las tasas de homicidios en la ciudad.
El doctor continúa su explicación, “hay un incentivo para que entren nuevos grupos criminales a ocupar plazas. Esa violencia que viven ustedes y que se vive en muchas partes de México, es propia de un vacío de Estado y de muchos grupos criminales en puja o de pedacitos de grupos criminales que se separan de sus orígenes y comienzan a corroer el tejido social y a lastimar grupos con violencia extrema”.
El experto insiste que “la corrupción política mexicana no es novedosa, lleva muchas décadas en México. El gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) institucionalizó la violencia organizada; generó un cordón umbilical entre una delincuencia organizada económica poderosa y la protección y permiso oficial para poder operar. Un Estado autoritario y con un monopolio del poder central, como eran los gobiernos de Alemán, de López Mateos, de todos estos presidentes del PRI en su versión tradicional, mantenía un sistema de control reticular de estas redes criminales para que no compitan entre sí de manera violenta, para que no generen violencia descontrolada; la violencia era quirúrgica”.
Buscaglia aclara que ese control delincuencial, desde el gobierno, mantuvo al país con niveles de violencia muy limitados, “no de crímenes de lesa humanidad descontrolados y lo que hoy vive México”.
Fue a partir de la descentralización del Estado que estados y municipios gozaron de mayor autonomía presupuestaria local, sin controles centrales autoritarios. “Se les dio la libertad de financiar sus propias operaciones, financiar sus propias campañas y eso generó un efecto nocivo en la delincuencia organizada”, plantea.
Para el profesor de la Universidad de Columbia, en el momento en el que la delincuencia organizada, acostumbrada a cuadrarse bajo el poder central, notó que ya no necesitaba permiso del poder central para operar en los territorios ni para competir en los territorios, comenzó la guerra entre narcotraficantes.
“Se dio cuenta que podía competir para capturar a los diferentes territorios de los estados; competir con corrupción; competir con violencia que comenzó de a poquito en la época de Zedillo hasta el aumento gradual de la violencia organizada”.
Elabora la explicación con una premisa: “la violencia es un aprendizaje, no vas de cero a cien en un día, transcurren años hasta llegar a lo que es hoy la violencia organizada”.
“LOS DUARTE NO SON EXCEPCIONES, SON LA REGLA”
A la par que el narcotráfico se empoderó en los territorios, “los gobernadores se transformaron en cajas chicas mafiosas de los presidentes en turno; los estados se transformaron en canales de lavado de dinero a través de la deuda pública y de contrataciones públicas. El pastel en los estados se volvió enormemente jugoso y más grande”.
Añade: “el 25 por ciento de los ingresos de la delincuencia organizada italiana proviene no de armas, no de drogas; proviene de contrataciones públicas, y México ni siquiera ha comenzado a monitorear ese aspecto”.
Sobre este aspecto, Buscaglia lo desarrolla así: “los Duarte no son excepciones, son la regla. Los gobernadores mexicanos, todos, tienen una enorme infiltración de la delincuencia organizada. Los gobernadores son señores y señoras feudales. México se transformó en un sistema político donde antes había una pirañota que controlaba a los Caros Quinteros y demás, a tener mil pirañas compitiendo entre ellas y devorándose los unos a los otros; y ahí es donde caen narcomenudistas, cae población civil inocente en el fuego cruzado”.
— Usted ha insistido en que la delincuencia en México no se puede combatir con un Estado tan corrompido como en el que vivimos. ¿Cómo construir un Estado de Derecho? ¿Cómo limpiar las instituciones?
“Volver a controlar este proceso de descontrol político requiere que la sociedad civil va a tener que unirse como en Colombia, Italia o en Brasil; paralizar al país con boicots, con una reforma electoral en la mano, tienen que proponer una reforma electoral que contenga las campañas electorales y la elaboración de listas de precandidaturas sujetas a auditorías. Tiene que haber un mecanismo en el cual, los procesos electorales estén sujetos a redes de sociedad civil que auditan los procesos electorales”.
Buscaglia insiste en que se requiere gente normal interesada en ingresar a la política sin financiamiento privado, sino público, pero sujeto a una regulación y auditorías estrictas.
Esa nueva generación llegaría a renovar la sangre en los Congresos para votar leyes antimafia. Lamentablemente explica el doctor que cuando activistas o figuras como éstas emergen, “la reacción típica de la sociétécaviar mexicana es acercarlos al poder para besarlo, abrazarlo, negociar”.
ELECCIONES 2018: UNA COMPETENCIA ENTRE CADÁVERES POLÍTICOS
—Entonces, ¿no considera que existe la posibilidad de un cambio en las elecciones presidenciales de este año?
“No. Ustedes tienen una competencia entre cadáveres políticos. Uno es un cadáver político, el otro es un idiota útil de mafiosos, y López Obrador es miope. Es una situación trágica. Son cúpulas que reflejan a la delincuencia organizada de este país; son los mismos responsables políticos de los descalabros previos y del mar de sangre que ahora se cambian de camiseta”.
Para Buscaglia, una de las principales fallas de Andrés Manuel López Obrador en su campaña son sus exclamaciones vaticanistas: “no propone, solo dice ‘voy a terminar con la corrupción’. Lo que debe decir es con qué va a terminarla. Si dijese: ‘hay una Ley de Extinción de Dominio impotente -si tuviese expertos, que no los tiene- a la cual, yo le voy a agregar ocho causales para desmantelar a las redes criminales’, entonces sería un buen comienzo”.
—En cuanto a las instituciones públicas, habla de un sistema judicial que debe ser auditable para acabar con jueces y fiscales que parecen señores feudales, para terminar con la ausencia de controles y de sanciones…
“¿Quién va a votar por una ley que exija el control judicial? Tienes que tener gente con nueva sangre, queriendo a su patria, sin tómbolas, sin encuestitas, sin dedazos; que lleguen a través del voto popular. Fíjate lo que ha pasado con el Sistema Nacional Anticorrupción y toda esa campaña, es una simulación porque carece de elementos básicos que los países que realmente combaten la corrupción.
— ¿Cuáles serían?
“El elemento político electoral. Los legisladores votaron con mucha alegría, con los aplausos de toda la société caviar mexicana que gana buen dinero haciendo estas cosas, sabiendo que era un programa impotente”.
— Entonces, ¿considera que una reforma político-electoral puede ser un comienzo también para combatir la delincuencia organizada?
“¡Claro!, porque la delincuencia organizada se comporta como se comporta ahora, porque para ellos es facilísimo llegar y colocar a sus candidatos en las listas y como pluris. Es muy fácil meter a candidatos mafiosos; se necesita gente honesta que llegue a hacer poquito y se vayan formando mayorías de gente normal y que sientan que no le tienen que estar besando el glúteo a los caciques locales ni a los López Obrador para poder entrar a las listas. Que no le deban la vida política a nadie más que al voto popular”.
La corrupción política, que no es nueva ni se ha combatido de raíz, se basa “en la Omertá, el pacto de silencio mafioso. Tienes que impulsar sangre nueva que entre a los poderes del Estado, pero eso no va a suceder por buena voluntad del Estado; para que estas leyes sean impuestas desde afuera hasta adentro, desde abajo hasta arriba, para que sean forzados a votarlas. Estamos lamentablemente en esa trampa histórica en México, pero no hay otra manera de salir”.
Pese a todos los factores en contra, Buscaglia vaticina: “la buena noticia es que sabemos qué hay que hacer, pero tenemos que acelerar este proceso de reforma a través de un movimiento de sociedad civil que hoy está desunida, atomizada, aterrorizada, que debe unirse y formar parte de este proceso”.