Lidera México la infraestructura del supercómputo en Latinoamérica
En México el supercómputo se concentra en el sector público académico. Se estima que en el país existen entre 10 y 12 centros de cómputo de alto rendimiento distribuidos en universidades y centros de investigación.
Aunque es posible que haya algunos sistemas en bancos privados, con fines muy específicos, esa información no es pública, señaló a La Jornada Lukas Nellen Filla, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Entre las instituciones con centros de cómputo con alto desempeño sobresalen el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, el Centro de Investigación en Matemáticas, la UNAM, la Universidad de Sonora y la Universidad de Guadalajara, así como el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica y la Universidad Autónoma Metropolitana.
Según El Faro: La luz de la ciencia (agosto de 2018), la primera supercomputadora en México y en América Latina fue la Cray Y-P4/464, conocida como Sirio, que se instaló en la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (DGSCA) de la UNAM el 14 de noviembre de 1991. Desde entonces, la demanda académica por este tipo de infraestructura no ha dejado de crecer.
Para abril de 1997, llegó otra Cray, modelo Origin 2000, bautizada como Berenice. Cinco años después, en diciembre de 2002, la DGSCA adquirió la AlphaServer SC 45, llamada Bakliz, que significa “infinito” en maya. Una computadora escalable y de memoria distribuida, 60 veces más potente que la Cray, que entró en operación en marzo de 2003.
En enero de 2007, la máxima casa de estudios del país anunció la puesta en marcha de KanBalam, la nueva supercomputadora de HP. Con una capacidad de procesamiento de 7 billones de operaciones aritméticas por segundo, era 7 mil veces más potente que la primera supercomputadora de la UNAM, adquirida en 1991, y 79 veces más poderosa que la AlphaServer SC45, comprada en 2003.
Con KanBalam, México se colocó en el lugar 126 dentro de las 500 supercomputadoras más potentes del mundo, al ubicarse en la posición 28 entre las supercomputadoras operadas por universidades y la número uno en América Latina.
En 2013, la UNAM adquirió una supercomputadora tipo clúster con una capacidad 17.5 veces superior a KanBalam, a la que llamó Miztli, que en náhuatl significa “felino mayor o puma”.
En junio de 2017, Miztli amplió su capacidad para contar con 8 mil 344 procesadores, casi 45 terabytes de memoria, 750 terabytes de almacenamiento y 228 teraflops de rendimiento teórico, equivalentes a 86 mil 365 computadoras personales de última generación.
La Jornada documentó en 2017 que, a la par de Miztli en la UNAM, surgió Abacus en el Cinvestav, que cuenta con una capacidad similar a la que tendrían 25 mil computadoras portátiles operando al mismo tiempo, y que en su momento también se colocó como la supercomputadora más importante en América Latina.
Invitación a las artes y las humanidades
El uso de esta infraestructura en el país se ha dedicado tanto a la ciencia básica como a la aplicada, con investigaciones en química teórica y cuántica, farmacología, ciencia del mar, estudios climáticos, sismología y astronomía, entre otras áreas.
En la actualidad, el auge de la inteligencia artificial (IA), añadió Nellen Filla, ha incorporado nuevos campos de estudio al uso del supercómputo, como la lingüística, aunque todavía “hace falta estimular a comunidades que no son usuarias tradicionales, por ejemplo, en el ámbito de las humanidades”. Asimismo, subrayó, es necesario extender estas capacidades hacia el arte y el sector industrial.
En ese contexto, advirtió que existe una presión por ampliar y modernizar la infraestructura. “Estamos con creciente presión para agregar y mejorar los equipos para apoyar a la investigación en IA, que en la actualidad se vuelve cada vez más usada por los centros de cómputo de alto rendimiento”, apuntó.
El especialista consideró que si la inversión en el proyecto Coatlicue, “la próxima supercomputadora nacional”, se concreta en tiempo y forma, México consolidará en el TOP500 de supercomputadoras del mundo.
Tomado de la jornada